Un embarazo por fecundación in vitro consiste en una serie de procedimientos llevados a cabo para asistir a las personas durante la concepción.
La causa de la dificultad para embarazarse puede ser de origen genético, debido a problemas de fertilidad o bien a causas desconocidas. Dependiendo del motivo por la cual se realiza el tratamiento, variará el nivel de dificultad para lograr un resultado exitoso.
Fecundación in vitro v/s fecundación natural
En términos generales, el tratamiento in vitro consiste en la recolección de ovocitos y espermatozoides para producir la fecundación en un laboratorio y posteriormente implantar el embrión en la mujer con el fin de lograr un embarazo.
En condiciones naturales, la fecundación se produce en las trompas de Falopio cuando la pareja ha mantenido relaciones sexuales durante los días fértiles de la mujer. Tras la fecundación, para que se produzca el embarazo es necesario que el óvulo fecundado se convierta en un embrión y se implante en el útero de la mujer.
Independientemente del método mediante el cual se haya producido la fecundación, una vez implantado el embrión el embarazo continúa normalmente con similares riesgos y expectativas. Estas dependerán fundamentalmente de las condiciones ambientales, hábitos de vida, edad de la madre y enfermedades subyacentes, entre otros factores de influencia relevante en el embarazo.
Diferencias en el control médico durante las primeras semanas
A diferencia de un embarazo natural en el que la mujer toma conciencia de su estado varias semanas después de la fecundación, en el proceso de fertilización in vitro se van conociendo todas las etapas desde antes de la extracción de los óvulos.
Por este motivo, y dada la complejidad del tratamiento, el estado de salud y los exámenes pertinentes son revisados de forma periódica por el equipo médico a cargo del tratamiento hasta aproximadamente la 10 semana de embarazo.
Diferencias en la percepción de la mujer respecto de su embarazo
Si bien una vez realizada la transferencia embrionaria el éxito de la implantación y posterior embarazo toma un curso natural, independiente de cualquier esfuerzo médico adicional, ciertamente existe una mayor expectativa de que todo se desarrolle exitosamente.
Esta mayor expectativa sumada a otros factores como la mayor conciencia del proceso que se está viviendo, el estrés físico, emocional y además de la carga financiera que el tratamiento significa, aumenta la sensibilidad hacia cualquier síntoma que la mujer vaya experimentando.
Similitudes en el embarazo
Cuando la implantación ha sido exitosa y el embarazo por fecundación in vitro sigue su curso natural -aproximadamente a partir de la 10 semana-, este puede vivirse normalmente, con los cuidados médicos estándar.
La edad de la madre, su estado de salud, hábitos y condiciones ambientales en las que vive son los principales determinantes de los siguientes casos, independientemente del método de fertilización:
- Probabilidad de tener un bebé sano
- Riesgo de sufrir una pérdida
- Defectos de nacimiento o enfermedades congénitas
La única diferencia significativa es que un embarazo por fecundación in vitro puede aumentar las probabilidades de tener un embarazo múltiple cuando se transfiere más de un embrión.
Los niños, independientemente de la forma en que son concebidos tienen las mismas probabilidades de desarrollarse normalmente a nivel físico y cognitivo.
Lo importante es que la madre tome los resguardos necesarios para tener un embarazo saludable –dejar de fumar, de beber alcohol, alimentarse saludablemente y evitar estresarse innecesariamente-, para poder esperar con alegría al hijo que está por venir.